“Esta exposición que voy a hacer en Portugal, toca puntos sensibles dentro de la comprensión de las artes visuales o lo que comprendemos como Arte y porque creemos que es arte la materialización de la idea, cuando la idea es si misma ya se comprende como una obra de arte. Por estoy combinando abstracción con el realismo y los estoy haciendo converger y utilizo la pintura porque es un medio muy rico y clásico, aunque también haré una instalación.” Dunieski Garcia

quarta-feira, 14 de janeiro de 2015

Cartaz


DUNIESKI GARCÍA: TENER LAS COSAS CLARAS EN LA BOCA DEL LOBO
Por Elvia Rosa Castro

Dunieski descree de toda representación pero no quiere dejar pasar la oportunidad de mostrar su versatilidad, o mejor, su habilidad. Él pinta (y pinta bien), instala, hace fotografías y vídeos pero no cree en ellos como traductores eficientes  de lo que sucede a nivel mental, donde, en su opinión,  ocurre todo lo verdaderamente importante, y lo demás resulta pura artesanía.
Es por ello que Consecuencia de un poema no debe verse como una exposición pretensiosa sino, a lo sumo, como una ilusión, como algo que nunca llegará a ser. Y de aquí se desprende otra evidencia: esta muestra debe verse como un work in progress o proyecto donde algunas cosas, muy a propósito, están por realizar a sabiendas de que no serán realizadas.
A diferencia de otras series su obras de años anteriores, Dumieski es aquí más concentrado, más enfocado: el café y la mariposa se convierten en protagónicos sin necesidad de competir con otros elementos narrativos. Cierra el plano compositivo, excluyendo historias colaterales que pudieran “contaminar” la escena entre naturalista y realista a veces, entre abstracta y surrealista en otras. Sobria y estridente, kitsch y elegante. Escrupuloso y descuidado. Racional y nervioso. Estos son los pares por los que discurre su creación.
En sus obras, esa suerte de “arqueología de lo cotidiano” -más cercano de algunas series fotográficas del cubano Abigail González que de Edward Hoopper, su mentor pictórico.
 Dunieski nos presenta escenas privadas, anti-heroicas y anti-épicas, y al estilo del “realismo sucio” literario, prescinde de la efervescencia tropológica y se concentra en representar llanamente una escena común y corriente de nuestra realidad, sin artilugios lingüísticos ni aderezos de retórica.

Las referencias a la economía terciaria cubana –café y ron-, más que hablarnos de una siesta placentera y sibarita se refieren a una vigilia alterada; más que denotar claves identitarias, nos hablan de obstinación y fastidio, de una realidad “que grita con la boca llena”.

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